Migrar y sus duelos
- Incomprendida Mente
- 16 jun
- 3 Min. de lectura
Incomprendida
Esperar a que sean las 3:00 pm para poder hablar con mis papás.
Ajustar el sueño según la estación.
Tener un armario completo en otra ciudad y elegir cuidadosamente qué cabe en 23 kilos.
Domingos sin planes porque los conocidos tienen los suyos.
Y aunque la decisión fue mía, ¿por qué vienen tantas emociones al mismo tiempo?
Hay una versión mía allí: ordenada, estructurada, sociable, deportista, familiar, cariñosa.
Una “yo” que sabía cómo moverse entre códigos conocidos.
Ahora no se me dá serlo en la misma medida. Estoy habitando la piel de quien se adapta:
La que evita compras innecesarias porque todo lo nuevo se traduce en más carga.
Y la que llora cuando come sandía porque "sabe a casa".
-Migrar cambió la forma en que me habito-

La migración es una situación en la que se esperan resultados que generen beneficios, pero que al mismo tiempo viene con muchas pérdidas. El dolor de estas pérdidas, es el “duelo migratorio". Por eso cuando se habla de migrar, también hay que hablar de "duelar": hacerle espacio a todas las perdidas pequeñas que se transitan:
1. La separación de los familiares y amigos 2. La lengua materna 3. La cultura 4. La pérdida del paisaje y de su tierra 5. La pérdida del estatus social 6. La pérdida de contacto con el grupo étnico 7. La pérdida de la seguridad física
Estos duelos no ocurren necesariamente todos al tiempo ni con la misma intensidad, pero al coexistir y ser recurrentes, explican la profundidad emocional del proceso migrante (Bermejo, 2010). Es normal entonces, que vengan recuerdos y comparaciones constantes de lo que había, y ya no hay, (la arepita boyacence con agua de panela, ensaladas de frutas, corrientazos...) .
Y así como ocurre con el duelo por la pérdida de un ser querido, el duelo migratorio también implica un proceso de adaptación. Se transita por distintas fases: negación o el rechazo a lo nuevo, frustración frente al entorno desconocido, y nostalgia o deseo de volver atrás.
Mente
El dolor del duelo migrante es una respuesta natural a la pérdida.
Hay una pérdida de algo importante, incluso si fue una pérdida elegida.
También duele lo que uno eligió.
Y migrar, más que mudarse, es reconstruir la identidad.
Cuando tapamos la tristeza con productividad, la nostalgia con compras, o el miedo con control, viene posiblemente la necesidad de regresar, la culpabilidad y las ideas desordenadas.
Por eso al duelo se le hace espacio.
Hay algo que ayuda es detenerte y preguntarte, sin tanta exigencia:
¿Qué parte de mí se quedó allá y no he querido soltar?
¿Qué estoy tratando de armar acá, aunque no me sienta list_?
¿Qué necesito aceptar, aunque no me guste?
Y ¿cómo puedo acompañarme mejor en esto, sin la presión de estar bien todo el tiempo?

Nombra tus pérdidas (estatus social, familia)
Ancla tu día a día en micro-rituales (Un desayuno conocido o una llamada)
Conecta con tus valores (Qué te hizo elegirlo en primer lugar)
Intenta conectar con algo que difrutes (Sandíaaaas por ejemplo)
Habitar otro país es, aprender a habitarte diferente. Con compasión, intención y conciencia de que migrar es crear una identidad móvil.
Si esto te resuena, en mis redes comparto reflexiones para tu IncomprendidaMente. Y si sientes que necesitas apoyo en tu proceso de duelo migratorio, la terapia puede ser un buen lugar para empezar.
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