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Vivir ligero y soltar

Incomprendida


Acumular no es una patología. Es una tradición familiar. Un estilo de vida. Y es algo socialmente aceptado. Es más, se celebra: “Mira cuántos imanes tienes en la nevera”. “Esa es la camisa de tu abuela, ¿no?”. Y así, vamos llenando espacios y validando el hábito.


Unos coleccionan imanes de viajes. Otros, imanes de los viajes de otros. Algunos guardan relojes, otros collares, otros recuerdos de relaciones ya caducadas. Y después estamos quienes lo guardamos todo “por si acaso”: por si vuelvo a ese trabajo, por si hay otra fiesta formal, por si algún día me dan ganas de leer esos apuntes de 2008. Ypara no comprar, eso puede servir.


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Empieza inocente: una camisa, unos zapatos, una libreta sin usar, una concha del mar Caribe. Luego el portátil, la funda, el cable.  Y cuando te toca cambiar de casa —otra vez— se siente la presión de tener que meter toda la vida en dos maletas y es hora de empezar a elegir qué es lo realmente importante!  Haciendo espacio y duelo a lo que lo que un día fue, y hoy tengo que dejarlo.


La lógica dice: "si no cabe, compro otra maleta".Y si me falta algo, pues lo compro también. Lo irónico es que cuanto más compras, más peso tienes que estar cargando. Porque el problema no es que compres cosas, sino que compres la idea de que tenerlas te hace feliz, útil, o que siempre necesitas más de lo que ya tienes.


¿Y qué pasa cuando toca trastearse por cuarta vez en dos años? Pues que te das cuenta de que tienes un montón cosas que se guardan por valor sentimental pero no por uso real. Y la realidad es: vivir cargando es agotador. Empacar, cargar, reorganizar. Desempacar, organizar, cargar otra vez. Y en medio de eso, cuestionarte si estás acumulando recuerdos o postergando decisiones.


Apegarse a algo da seguridad. Sentimos que si lo guardamos, lo controlamos. Que si lo tenemos, lo somos. Que tal vez si puedo soltar algo... ¿pero y si lo necesito después? El apego nos lleva a acumular no solo cosas, sino también versiones viejas de nosotros mismos, creemos que sin eso, algo en nuestra identidad falta.


Soltar duele. Pero tener no es ser. Y guardar no es cuidar. Acumular, muchas veces, es una forma de evitar sentir.



Mente


Con mi carrera aprendí que el problema no es el objeto. Es el vínculo emocional que creamos con él. No es la blusa del 2012, es que "me recuerda cuando me sentía bonita". No es el cuaderno viejo, es que "ahí pensé una vez que iba a escribir un libro". No es el reloj, "es que justo ese me lo regaló alguien que ya no está".


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Y es normal que queramos atesorar cosas, pero pasa que cuando tenemos mucho, realmente no tenemos claro ni que es lo que tenemos. Queremos atesorar porque creemos que así conservamos momentos, vínculos, versiones nuestras. Y entre más atesoramos, estamos dejando menos espacio para lo que aquí y ahora tiene sentido. Y muchas veces, lo que impide avanzar, está en el cajón de los “por si acaso”.


Una estrategia concreta que te puede resultar útil se llama: aceptación radical. Aceptar que algo fue importante, pero que ya no lo es. Aceptar que hay ciclos. Que mudarse de casa es también mudarse de etapa, de visión, de objetivos, y que así no haya una mudanza de por medio: Mi casa es donde estoy yo, no donde están mis cosas.


Mi hogar soy yo, en cualquier lugar donde pueda vivir con intención. Porque las cosas no son raíces. Y empezar a soltar lo que ya no aporta, es una habilidad. Si te cuesta podrías preguntarte:


¿Esto que guardo me representa?

¿Me conecta con quien soy hoy o con quien ya dejé de ser?

¿Lo tengo para llenarme de nostalgia cuando lo veo, o porque lo uso aún?

Y si en un año no lo toco, no lo miro, no lo uso... se va.

(¿Y qué pasa después? Nada. Sigo viva. Más ligera. Cargo menos en el futuro.

Vivo con menos cosas, pero con más sentido).


Soltar me ha permitido descubrir que la vida puede ser simple, que vale la pena el viaje y eso implica aceptar sacrificios, y que al momento de empacar me quejo pero luego el viaje me gusta. Vivir ligero, me permite hacerle espacio a lo importante realmente y aceptar que todo tiene un ciclo, que poco a poco las cosas se van acomodando, y realmente no era necesaria tanta cosa que a veces se guarda y se atesora. Vivir ligero no es moda, es salud mental.


Y sí, tienen razón las aerolíneas:entre menos equipaje llevas, más barato (y más libre) es el vuelo.

Imagínate que el avión recibiera todo lo que tú insistes en llevar. ¿Cuantas maletas cargarías ?


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En mis redes comparto reflexiones para tu IncomprendidaMente. Y si sientes que necesitas apoyo, la terapia puede ser un buen lugar para empezar.


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